Aprendiendo del Eco

Cierto padre, decidió hacer una excursión con su hijo pequeño al Gran Cañón del Colorado. Su hijo estaba acostumbrado al ruido de la ciudad, al humo, a las aglomeraciones, pero a su corta edad aún no había estado nunca en un lugar natural tan espacioso.

El pequeñuelo no tenía idea de lo que era el eco, y su padre lo sabía. Por eso, estando en una zona profunda, bien metidos entre las escarpadas paredes rocosas, le dijo a Felipe, su niño que gritara todo lo fuerte que pudiera alguna palabra.

El pequeño no tuvo otra ocurrencia que gritar: "¡Tonto!", y claro está, el eco hizo resonar su voz una y otra vez: “¡Tonto... tonto... tonto...!”
Felipe, sorprendido, sin saber muy bien qué era eso, gritó más fuerte: "¡¡Feo!!", y claro, la respuesta fue: "¡Feo... feo... feo...!”
Eso le enfadó muchísimo y le respondió a la misteriosa voz: “¡Malo!” Y nuevamente el eco resonó: "Malo... Malo... Malo...”

El niño de puro enojo e impotencia, comenzó a llorar enfadadísimo. Su padre le abrazó y le dijo:
“Vamos Felipe, no tienes por qué llorar. Escucha” Y el padre gritó: “¡Amigo!” Y el eco resonó: ¡Amigo... amigo... amigo! Luego gritó: “¡Te quiero!” Y el eco repitió: "Te quiero... te quiero... te quiero”.
Entonces, se dirigió al niño y le dijo: “¿Ves Felipe? Él te trata como tú le tratas”

_________________________________


Muchas veces culpamos a los demás por tratarnos mal o con indiferencia, pero en muchas ocasiones, el trato que recibimos no es más que "el eco" de lo que nosotros mismos hemos dicho o hecho.
La vida puede ser hermosa si la tratamos bien, aunque tenga sus momentos malos... Pero muchos de ellos vienen como consecuencia de nuestras palabras, de nuestros hechos y acciones, de nuestros pensamientos.

Hay cosas que no se pueden evitar en lo natural, pero hay otras que sí. Por eso es que vemos a muchas personas amargadas, tristes y solas, pues lo que hacen es quejarse de todo.
De la misma forma hay muchas personas que viven relativamente felices y tranquilas, agradeciendo a Dios los inmensos regalos que nos da en la vida: La salud, la familia, el trabajo, el aire para respirar, el agua para beber, la comida, la ropa...

Haz la prueba en esta semana, no vivas refunfuñando, no te enojes, no maltrates con tus palabras a nadie, y verás que la vida misma te responde de la misma manera...
Si me dices que eso es difícil, habla con Dios con sinceridad, y pídele ayuda, que viva en tí, que te enseñe a hacerlo, que te regale la presencia de Su Espíritu Santo en tu vida, y entenderás que con Él puedes vencer y encontrar la alegría que no se basa en como te responda la vida, sino en la vida más alta y mejor que puedes tener y esperar.

2 comentarios:

David Garcia Perez dijo...

animo y sigue asi que con estas historias bendices a mucha gente dios os bendiga y saludos

David López-Cepero dijo...

Ese es el propósito, aprender con "parábolas" a ser cada día un poco mejor.
Muchas gracias por tu ánimo y apoyo.

Las apariencias... empañan

Hace tiempo que no comparto historias por aquí, pero puedes leer muchas nuevas en el libro Las apariencias enpañan, una colección con más ...

Lo más visto del blog