El Zapatero y el Mendigo

Jack tenía como treinta años de edad, y desde los doce había aprendido el oficio de su recién fallecido padre: Zapatero. Allá donde vivía, en Poortown, solo habitaban campesinos, artesanos con sus pequeños negocios, y mendigos, muchos mendigos.

Aquellos tiempos eran muy difíciles, cada cual tenía que luchar día a día por sobrevivir, por encontrar un trozo de pan que echarse a la boca… Lo mismo que sigue pasando hoy en muchos lugares de la Tierra. En medio de aquella pobreza extrema donde el señor feudal y su familia eran los únicos que vivían con holgura (gracias a oprimir a sus vasallos), el hecho de tener una herrería, una alfarería o un pequeño taller artesanal, era lo máximo a lo que se podía aspirar para prosperar en semejante sitio.

A pesar de ser uno de esos afortunados que tenían negocio propio y que lo había heredado gracias al esfuerzo incansable de su propio padre, Jack no era del todo feliz, los trabajos de zapatería no abundaban en un pueblo donde aún mucha gente iba casi descalza; de modo que vivía preocupado, con demasiadas apreturas, muchas más de las que él hubiera deseado.

Cierto día apareció por su taller un hombre con aspecto andrajoso, un mendigo harapiento con zapatos viejos y rotos, y que no dudó en hacerle una petición a Jack:


- Señor zapatero –dijo el mendigo, soy tan pobre que no tengo dinero para comprar ni siquiera unas sandalias, y el invierno se acerca y… tengo reuma y… mis pies se enfrían y parece como si se me fueran a caer. ¿Usted podría arreglarme estos zapatos sin cobrarme nada?

- ¿Pero qué dices? –respondió Jack. ¿Acaso no ves que soy casi tan pobre como tú? Tengo más deudas que dinero, mas morosos que piedras en el río, y para colmo, vienes con la misma cantinela que otros, con eso de “No tengo dinero” ¡Pues yo no soy un banco!

- Verá usted, yo soy una especie de comerciante, aunque no lo crea, y tengo muchas mercancías en mi país. Lo que ocurre es que unos asaltantes me atracaron hace unos meses, se deshicieron de mis ayudantes y solo quedé yo con vida; me dejaron solo con lo que llevo puesto. Voy de regreso a mi país, donde soy rico, muy rico, y de tanto camino que he recorrido para regresar, mis zapatos están como puede usted ver. Si me ayudara a llegar a mi tierra con este pequeño arreglo, podría pagarle lo que me pidiera, más adelante.

- ¿De veras? –respondió Jack con no disimulada confianza. Bueno ¿Acaso puedes pagarme cien monedas de plata para saldar mis deudas y comprar nuevos materiales?

- Sí que puedo pero, como te dije, soy un comerciante algo especial. Estoy dispuesto a pagarte esas cien monedas si a cambio, además del arreglo, me dejas que corte tus piernas y me las lleve.
- ¿Estás loco o qué? ¿Cómo voy a dejar que me hagas tal cosa? ¿Qué clase de comerciante eres? Si yo estuviera loco como tú y accediera, me quedaría inválido para toda la vida y ¿De qué me serviría el dinero si perdiera mi movilidad para disfrutarlo?

- De acuerdo, entonces le ofrezco doscientas monedas de plata por sus manos.

- No puedo creer que hables en serio. Mis manos me permiten trabajar y hacer todo cuanto hago, con ellas como, y sin ellas no puedo vivir… Ni siquiera podría tomar el dinero entre “mis manos”.
- Bueno, pues mi última oferta es de cuatrocientas monedas de plata y cien de oro por sus ojos, caballero.

- Ni lo sueñes. ¿Tú eres comerciante o un mata sanos? ¿Qué pretendes? Sin ojos no podría disfrutar de tal riqueza, ni podría volver a trabajar, ni volvería a ver una puesta de sol, ni a mi hermosa esposa, ni a mis hijos… Ni en broma podría consentir tal cosa.

- Entonces ¿Por qué me dice que usted es muy pobre? Le acabo de ofrecer una fortuna que no es capaz ni de imaginar, un total de setecientas monedas de plata y cien de oro, a cambio de algunas partes de su cuerpo y las ha rechazado. ¿Acaso nunca había pensado lo valioso que es el simple hecho de estar vivo y de disfrutar de cierta salud, y de tener piernas, manos u ojos? ¡Usted rechaza mi dinero porque ya es rico! No, no es rico quien más tiene, sino quien menos necesita…

__________________________________

¿Quién prefiere todo el dinero del mundo a cambio una parte sana e importante de su propio cuerpo? ¿No debiéramos valorar mejor lo que tenemos y no afanarnos por lo que no tenemos? ¿Sabemos el significado de la palabra "contentamiento"?

Es un grandísimo error medir la riqueza personal usando monedas…

Adaptación de una historia de autor desconocido.

11 comentarios:

Isa dijo...

¡Contentamiento! palabra clave para ser feliz ¡y que la noten todos los que te rodean!
Buen post, excelente escrito. Muy cierto.
Saludos Peregrino.

Recursos para tu blog - Ferip - dijo...

Hola!
Qué preciosa y real historia.
De verdad que somos ricos y es fundamental aprender a "ver" cuánto disponemos.
Si me firmas el blog personal nos seguimos desde allí, te parece?
Un abrazo!!!!
Dios te bendiga y te guarde!

David López-Cepero dijo...

Isa, gracias por pasear por aquí. Y que en medio de tus momentos "pachuchos", Dios te de mucha fortaleza, y ese contentamiento te multiplique más si cabe tu alegría, je, je...

Gracias por tu ánimo. Cualquier día, si Dios lo permite, te dedico una historia :)

David López-Cepero dijo...

Hola Ferípula, es una alegría verte por aquí. Acabo de dejar un comentario en el primer post de su sitio "RecurSOS", espero que te refieras a ese lugar. Si es otro, me lo dices y me paso también.

Muchas gracias por comentar, cuando enpecé esto de los blogs no sabía cuánto se aprecia un comentario... Espero que cuando vuelva a visitar tu sutio, deje huellas de peregrino en la arena :)

Saludos, y que también Dios te ayude y guarde en todo momento. Te mando otro abrazo desde el sur de España...

Isa dijo...

¡Peregrinooooo! ¡hay pachanga en el manantial en tu honor por tu cumpleaños! Pasa a comerte una rebanada de pastel. ¡Ups! ¡se me olvidó la piñata! ahora para el próximo cumple.
¡Felicidades!

David López-Cepero dijo...

He he Isa, te perdona la piñata si la tarta está buena ¡Gracias! Ahora paso a por mi trocito, que siendo sabor a chocolate de manantial, tiene que estar de "rechupete"

Un abrazo, amiga

Dejando Huellas dijo...

Contentamiento... creo que es una gran palabra. y como dice Isa es la clave para ser feliz. Debemos siempre estar contentos con lo que tenemos. Solo el estar en pecado, debe impedirnos sentir el contentamiento de nuestro vivir.

Un abrazo.

(p.d. soy nueva en esto de los blog espero no ser una intrusa en el tuyo).

Anónimo dijo...

DE VERDAD QUE SALEN LAGRIMAS DE MIS OJOS AL PENSAR LO RICA Y VALIOSA QUE ES MI VIDA Y K NO LA DISFRUTO POR EL SOLO HECHO DE PENSAR EN DINERO PARA SOBREVIVIR

LULU dijo...

DE VERDAD QUE SALEN LAGRIMAS DE MIS OJOS AL PENSAR LO RICA Y VALIOSA QUE ES MI VIDA Y K NO LA DISFRUTO POR EL SOLO HECHO DE PENSAR EN DINERO PARA SOBREVIVIR

David López-Cepero dijo...

Hola Dejando Huella, "Anónimo", Lulú:

Perdonad que no os respondiera antes, pero estuve fuera de red este tiempo, algo que no había previsto. Espero sepais perdonar pues esta tardanza. Espero continuar con más historias en unos días.

Gracias por vuestro valiosos comentarios, me alegra saber que en algo os ayudó esta historia, a mí también. Tener contentamiento ayuda a estar "contento", je, je.

Un afectuoso saludo a tod@s

Sandy dijo...

Hermosa historia peregrino, me ha gustado muchisimo, sin embargo veo que los comentarios son de mucho tiempo espero que sigas trabajando en esta pagina , creeme que vale la pena por que todo lo que en ella es visto ha sido de edificación.

Hashem te bendiga.


Sandy.

Las apariencias... empañan

Hace tiempo que no comparto historias por aquí, pero puedes leer muchas nuevas en el libro Las apariencias enpañan, una colección con más ...

Lo más visto del blog